EL PACTO DE DIOS

EL PACTO DE DIOS: "El Señor te pastoreará siempre, en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos, y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca se agotan. Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas, los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de muros caídos, restaurador de casas en ruinas" Isaías 58.11-12

domingo, 1 de julio de 2012

CUANDO LAS OLAS SE LEVANTAN


Romanos 12:12  gozosos en la esperanza;  sufridos en la tribulación;  constantes en la oración;


Salmos 145:18  Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.

¿Hay olas que se levantan desafiantes sobre nuestras vidas? ¿Problemas difíciles que no tienen solución posible? En la carta a los Romanos, el apóstol Pablo les anima a gozarse en la esperanza que tienen, que se mantengan constantes en medio de la tribulación y que no dejen de orar. La pregunta es ¿es que se puede hacer eso en medio de la angustia y la tribulación? Por supuesto que sí. La Biblia nos narra como hombres de carne y hueso como nosotros pudieron afrontar las dificultades con firmeza y fortaleza y Dios recompensó su Fe. Ahí tenemos a Abraham, Jacob, José, David, Pablo, etc.

Sin embargo, hay uno de los que siempre me ha llamado la atención poderosamente, ese es José. El joven hijo de Jacob que fue vendido por sus hermanos a unos mercaderes ismaelitas. José vió prácticamente terminados los sueños que Dios había puesto en su corazón. Fue alejado de sus padres, se convirtió de un momento a otro en un esclavo, y extranjero en tierras que no conocía (ni siquiera sabía el idioma), y por su fuera poco cuando estaba mejorando su posición en la casa donde servía, la esposa de Potifar o "doña Poti" lo metió en la cárcel; lo paradójico del tema es que José quería agradar a Dios con su vida, sin embargo en vez de recibir la recompensa o la bendición por ese acto de parte de Dios, el resultado fue todo lo contrario.

La historia continúa, pues una vez en la cárcel le hizo un favor al copero del faraón, pero éste cuando salió se olvidó de José, y por algunos años se mantuvo oculto, recluído en el anonimato, y lo peor, sin su familia. Sin embargo, José nunca se quejó contra Dios ni contra aquellos que le hicieron daño. Estoy plenamente seguro que se gozaba en la esperanza (los sueños que Dios le había dado), soportaba con valor la tribulación y de seguro nunca dejo de orar (esa era la forma en que podía mantenerse con fidelidad a su Dios). Y así la presencia de Dios era evidente en la vida de él (Salmo 145.18).

Así Dios fue forjando el carácter de José ¿sabes porqué?, porque a Dios le interesa no sólo nuestros logros sino nuestro Carácter. Y déjame decirte que el carácter se va forjando en el crecimiento. La obra de Dios en nuestras vidas no es arte de magia, es todo un proceso. Es como el árbol que aparentemente, por momentos, parece que no crecería, pero no nos damos cuenta que sus raíces cada vez se extienden para afirmar su estabilidad ante las futuras tormentas. Eso es formación de carácter.

Así que mantengamos el gozo de la esperanza, perseveremos en medio de la tribulación y seamos constantes en oración. Lo que pasa es Dios está trabajando nuestro Carácter. Él no viola los principios del Crecimiento en nuestras vidas. 

¡Amados que Dios les bendiga!

Ps. Félix Jara

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