EL PACTO DE DIOS

EL PACTO DE DIOS: "El Señor te pastoreará siempre, en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos, y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca se agotan. Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas, los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador de muros caídos, restaurador de casas en ruinas" Isaías 58.11-12

martes, 31 de diciembre de 2013

SIEMPRE HABRÁ UNA NUEVA OPORTUNIDAD

Hace unos años tuve la oportunidad de leer esta hermosa historia. La volví a escuchar unos tres años atrás en un encuentro de varones el mismo que por cierto marcó un hito en mi vida. Hoy esta misma historia he vuelto a encontrarla en la internet -en Renuevo de Plenitud- y siento que no debo quedarme con ella. 
Así que la dejo en nuestro Blog para mis seres amados y todos los amigos que a diario ingresan a este pequeño espacio de la internet. Espero marque un huella indeleble en tu corazón. Ah, y como siempre decimos aquí, no te olvides de compartirlo con tu familia, esto es tu esposa y tus hijos. Recuerda que DIOS ES DIOS DE NUEVAS OPORTUNIDADES.   
Cuenta la historia que había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo, su heredero. Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos. Su padre siempre le advertía que sus amigos solo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían.
Un día, el viejo padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyan un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito:
“PARA QUE NUNCA DESPRECIES LAS PALABRAS DE TU PADRE. ”
Más tarde, llamó a su hijo y lo llevó al establo y le dijo:
Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío… Y yo sé cual será tu futuro. 
Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos.
Venderás todos los bienes para sustentarte y, cuando no tengas mas nada, tus amigos se apartarán de ti.
 Solo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. 
Fue por esto que construí esta horca. ¡Ella es para ti!
Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.
El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir al padre, prometió, pensando que eso jamás podría suceder.
El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, pero, así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad.
Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir:
Ah, padre mío… Si yo hubiese escuchado tus consejos… Pero ahora es demasiado tarde.
Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo, y entonces pensó:
Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero, al menos esta vez, haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada mas…
Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó:
Ah, si yo tuviese un nuevo chance…
Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta… Era el fin.
Pero el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente y el joven cayó al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, zafiros y brillantes, muchos brillantes… La horca estaba llena de piedras preciosas y una nota también cayó en medio de ellas. En ella estaba escrito:
Este es tu nuevo chance. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre.
Dios es exactamente así con nosotros. Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta él.
El siempre nos da un nuevo chance.


Proverbios 28:13
   El que encubre sus pecados, no prosperará: Mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.
2 Corintios 5:17
  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
1 Crónicas 16:34
  Celebrad á Dios, porque es bueno; porque su misericordia es eterna.
Salmos 57:10
  Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, Y hasta las nubes tu verdad.
Esto lo envió Sue Ann Orozco Altamirano de Nicaragua  a Renuevo de Plenitud. De parte de Sembrando Vida en la Familia gracias Sue, eternamente agradecidos por hacernos recordar esta hermosa historia. 
Y para ti que nos estás visitando recuerda que DIOS ES DIOS DE NUEVAS OPORTUNIDADES.
Así que empieza este Nuevo Año con ánimo y fortaleza, recordando que hay mucho porque pelear, la batalla aun no ha terminado, recién empieza.
Una vez más, comparte esta historia con tu familia: esposa e hijos, así estarás cumpliendo con tu labor de sacerdote del hogar.
Feliz Año Nuevo 2014! No te olvides que para Dios no hay nada imposible!
Ps. Félix y Eli Jara

lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuando el temor nos quiere dominar

Una joven mujer se encontraba esperando un autobús en un área en la que había mucha delincuencia, cuando un policía novato se le acercó, y le preguntó: "¿Quiere que espere con usted?".

"Eso no es necesario, no tengo miedo", ella le contestó. El policía sonriendo, le dijo: "Pues yo sí. ¿Le importaría esperar conmigo?.

Igual que ese policía, los cristianos debemos estar dispuestos a admitir que a veces tenemos miedo: a morir, a contraer cáncer, a perder la mente, a perder el trabajo, a no dar un buen examen, a no lograr ingresar a  la universidad, a que nuestros hijos se metan en problemas, a envejecer, entre otras fobias o miedos.

No nos gusta confesarlo, ni menos reconocerlo, por lo que podríamos ignorar, negar, o reprimir esos temores. Sin embargo, para vencer nuestros temores es necesario primero reconocerlos.

El salmista reconocía sus temores, el escribió:

Salmo 56:3  En el día que temo, Yo en ti confío. 
Salmo 56:4  En Dios alabaré su palabra; En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre? 

Esa confianza en el Señor se traduce en una seguridad que cada vez sea hace mayor: "No temeré" (v.4). Afirmación que se repite por segunda vez en el verso 11. Eso era mucho más que un monólogo. Era una decisión consciente, una resolución de confiar en Dios: "No temeré".

Así como lo escribió el salmista, a lo largo de nuestras vidas pueden parecer temores, pero también es cierto que podemos vencerlos. Admitir que tenemos miedo es admitir que somos humanos. Pero admitir que tenemos miedo, y luego confiar en el Señor, y seguir adelante elimina el temor al temor. A eso nos ha llamado el Señor.

Recuerda que no tenemos nada que temer, excepto al temor mismo. Además, si recuerdas Jesús ha prometido estar con nosotros todos los dias de nuestras vidas ¿Lo crees? No te olvides que Él pelea nuestras batallas, y hasta ahora en todas ha salido victorioso, a favor nuestro.

Tomado y adaptado de Nuestro Pan Diario.

Félix Jara