JESÚS NO NOS HA LLAMADO A LO FÁCIL
Aquí y ahora estamos con Jesús. Un Jesús decidido, sincero, verdadero. Un Jesús que no llama a lo fácil, a lo hecho. Un Jesús de espadas.
La espada de Jesús está en la llamada. Porque su presencia, cuando irrumpe con fuerza en la vida del hombre, rasga, corta, hace sangrar. Jesucristo, señal de contradiccción, rasga todas nuestras ideas, rasga todos nuestros montajes, todas nuestras estructuras, todos nuestros planes.
El penetra hasta el fondo y quiere una vida nueva desde el origen del hombre mismo. Jesús no pide "cierto tiempo" para su servicio. Jesús no quiere tiempo. Quiere la persona. No quiere cálculos. Quiere una respuesta desde donde Él mismo llama: el amor.
Es por eso que, en dinámica de amor, lanza, envía a los suyos con decisión, con valentía. Sin miedo a "mil picos abiertos", sin miedo a las Bandadas, a la opinión pública, a lo ya establecido. Jesús no se adapta a ninguna forma. Porque no tiene forma. Jesús es fondo, profundidad sin medida. Y los que le siguen, los que aceptan la originalidad de Jesús como identificación con Él es su seguimiento, son de su estilo. Que sólo el Espíritu conduce.
En el evangelio de Mateo, capítulo 10, Jesús pone a los suyos en el camino. Sin pararse. Sin echar o hacer raíces:
Mateo 10:7-8 "Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia".
Estas son las alas a las que hay que dar ritmo. Esta es la vida nueva que hay que levantar. Un mundo muerto, aburrido, podrido tantas veces, enfrentándose con unos hombres, testigos de Jesús Resucitado. Dando vda en su nombre.
Jesús pide libertad. Quiere sólo la riqueza de su amor, de su fuerza, de su paz. Quiere que el hombre logrado se encuentre con el hombre. Y en abrazo de Buena Noticia se quede, como riqueza en el hombre, su Reino. Su salvación.
Se deja de seguir a Jesús cuando llevamos poder, seguridades, dinero. Entonces las cosas que nos pesan y enmascaran no dejan ver a los otros el rostro libre y bello de Jesús viviendo en nosotros. Donde vive el dinero, no vive Dios. Ir en nombre del dinero es ir con poder. Ir en nombre de Dios es ir en servicio. El llamado de Jesús es radical:
Mat 10:9-10 "No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento".
(*) Tomado y adaptado de Parábola de unas Alas, Emilio Mazariegos.