El crecimiento de la Iglesia es uno de los elementos más importantes en la vida de todo pastor o líder que busca cumplir a cabalidad con la Gran Comisión que nuestro Señor Jesucristo delegó a su Iglesia en el evangelio de Mateo, capítulo 28:
Mat 28:19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
Mat 28:20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Este hecho, en el desarrollo del presente trabajo, nos ha obligado a investigar y hurgar en la profusa bibliografía y documentación acerca del tema. Hay información para todos los gustos, colores y matices; las hay de las que promocionan y alaban un modelo de crecimiento, y al líder que lo implementa, como las que denostan y destruyen tanto al modelo como al propio líder, como se dice por ahí: “de todo hay en la viña del Señor”.
Nos encontramos con conceptos como modelos Celulares Puros, modelos Meta, modelo Conducidos con Propósito, grupos pequeños, células, redes, rediles, multiplicación, células de crecimiento, crecimiento exponencial, consolidación, visión de la iglesia, Efecto R, Grupos C.A.F.E.; Visión G-12, 40 días con propósito, Viviendo los cinco propósitos de tu vida. Libros como “45 años de esperanza”, “Una vida con Propósito”, “Prepare su iglesia para el futuro”, “La próxima revolución de la Iglesia”, entre otros.
Ante tanta documentación rica y abundante, como algunas también tediosas, el investigador no hace menos que preguntarse, así como el suscrito lo ha hecho en su momento: ¿Y cuál es entonces el modelo de crecimiento ideal que debemos usar? ¿Cuál es la voluntad de Dios para mi iglesia? ¿Es el actual modelo aplicado en mi iglesia -o “copiado” en mi iglesia, como en algunos casos-, el modelo de Dios originado en Su corazón para ella? ¿O es simplemente un modelo nacido en el pastor o líder que ha tratado de imponer por capricho o soberbia a la iglesia?
El motivo de este trabajo no es responder a estas preguntas, si fuera así creo que hubiese demandado no sólo mayor tiempo de oración y desvelo -que es lo que ha costado- sino también tiempo de ayuno y de clamor buscando respuestas en la sola presencia del Señor.
Más bien, la razón de esta labor no es simplemente cumplir con la currícula de un Curso de Seminario Bíblico, como es el Curso de Iglecrecimiento, sino por dos razones fundamentales.
1.- La primera razón, como un intento de reflexión y de ayuda al lector a que entienda un poco más los diversos conceptos que han inundando nuestras iglesias. Conceptos que pueden haber sido impuestos por el pastor o cuerpo pastoral, sin haber antes clamado al Señor, ni menos ayunado; y aún peor sin haber compartido y racionalizado con el liderazgo, aduciendo que ha sido mejor así; pues sino este liderazgo no lo hubiese entendido, como en el caso de una iglesia en la cual el autor de este estudio tuvo la oportunidad de desempeñar el ministerio pastoral.
2.- La segunda razón, como el deseo de ayudar a discernir al lector cuál es el modelo de crecimiento aplicado en su iglesia o en nuestras iglesias; y si es simplemente “copia fiel del original” (en este caso sólo faltaría fedatearlo), o si ha sido solamente adaptado a nuestra realidad, mostrando en este caso, siquiera cierto grado de creatividad en los “aplicadores” o "innovadores" de la iglesia, "iluminatis evángelicos" le podríamos llamar así?... por favor sin ofenderse y "sin rasgarse las vestiduras".
Continuará...
Ps. Félix Jara
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