Un día, mi hermana lloraba en su habitación. Con mucha nostalgia, observé que mi padre se le acercó y le preguntó el motivo de su tristeza. Los escuché hablando por horas, pero hubo una frase tan especial que dijo mi padre esa tarde, que hasta el día de hoy la recuerdo cada mañana y me llena de fuerza. Mi padre acariciándole el rostro, le dijo: "Hija mía, enamórate de un Gran Hombre y no volverás a llorar".
Me pregunté tantas veces, cuál era la fórmula exacta para llegar a ser ese gran hombre y no dejarme vencer por las pequeñeces. Con el paso de los años descubrí que si tan sólo todos los hombres lucháramos por ser grandes de espíritu, grandes de alma y grandes de corazón ¡El mundo sería completamente distinto!
Aprendí que un Gran Hombre... no es aquel que compra todo lo que desea, pues somos tantos que hemos comprado con regalos el cariño y el respeto de quienes nos rodean.
Mi padre le decía:
"No te enamores de un hombre que sólo hable de sí mismo, de sus problemas, sin preocuparse por ti... enamórate de un hombre que se preocupe por ti, que sepa tus fortalezas, tus ilusiones, que conozca tus tristezas y te ayude a superarlas.
No creas en las palabras de un hombre cuando sus actos digan lo contrario.
Aleja de tu vida a un hombre cuando éste no construya contigo un mundo mejor... él jamás se irá de tu lado porque eres su fuente de energía".
Huye de un hombre enfermo espiritual y emocionalmente, son como el cáncer, matarán todo lo que hay en ti (emocional, mental, física, social y económicamente).
No le pongas atención a aquel hombre que no sea capaz de expresar sus sentimientos, que no se ame sanamente.
No te aferres a un hombre que no sea capaz de reconocer tu belleza interior y exterior y tus cualidades morales.
No dejes entrar a tu vida a un hombre al que le tengas que adivinar lo que quiere, porque no es capaz de decirlo abiertamente.
No te enamores de un hombre que al conocerlo, tu vida se ha convertido en un problema para resolver y no algo para disfrutar.
"No te enamores de un hombre que sólo hable de sí mismo, de sus problemas, sin preocuparse por ti... enamórate de un hombre que se preocupe por ti, que sepa tus fortalezas, tus ilusiones, que conozca tus tristezas y te ayude a superarlas.
No creas en las palabras de un hombre cuando sus actos digan lo contrario.
Aleja de tu vida a un hombre cuando éste no construya contigo un mundo mejor... él jamás se irá de tu lado porque eres su fuente de energía".
Huye de un hombre enfermo espiritual y emocionalmente, son como el cáncer, matarán todo lo que hay en ti (emocional, mental, física, social y económicamente).
No le pongas atención a aquel hombre que no sea capaz de expresar sus sentimientos, que no se ame sanamente.
No te aferres a un hombre que no sea capaz de reconocer tu belleza interior y exterior y tus cualidades morales.
No dejes entrar a tu vida a un hombre al que le tengas que adivinar lo que quiere, porque no es capaz de decirlo abiertamente.
No te enamores de un hombre que al conocerlo, tu vida se ha convertido en un problema para resolver y no algo para disfrutar.
No creas en un hombre que tiene carencias afectivas de la infancia y que trata de llenarlas con la infidelidad, culpándote cuando su problema no eres tú, sino él porque no sabe que quiere de su vida, ni cuáles son sus prioridades”.
Yo me preguntó ahora... ¿Por qué querer a un hombre que te abandonará si no eres como él quiere que seas, o si ya no le “eres útil”?
¿Por qué querer a un hombre que te cambiará por un cabello o un color de piel distinto, o por unos ojos claros, o por un cuerpo más esbelto?
¿Por qué querer a un hombre que no supo admirar la belleza que hay en ti, la verdadera belleza… la del corazón?
¿Cuántas veces me dejé llevar por la superficialidad de las cosas, haciendo a un lado a quienes realmente me entregaban su sinceridad e integridad y dándole importancia a quienes no valoran mi esfuerzo?
Me costó trabajo comprender que GRAN HOMBRE no es el que llega más alto, ni el que tiene más dinero, casa, auto, ni quien vive rodeado de mujeres, ni mucho menos el más guapo.
Un gran hombre, es aquel ser humano transparente, que no se refugia en cortinas de humo, es el que abre su corazón sin rechazar la realidad, es quien admira a una mujer por sus cimientos morales y grandeza interior.
Un gran hombre, es el que camina de frente, sin bajar la mirada; es aquel que no miente aunque a veces pierda por decir la verdad… y sobre todo, un gran hombre es el que sabe llorar su dolor sin escapar a él…
Un gran hombre es el que cae y tiene la suficiente fortaleza para levantarse y seguir luchando…
Hoy mi hermana está felizmente casada, y ese Gran Hombre con quien se casó, no era ni el más popular, ni el más solicitado por las mujeres, ni mucho menos el más adinerado o el más guapo.
Ese Gran Hombre es quien simplemente nunca la hizo llorar… es quien en lugar de lágrimas le robó sonrisas…
Sonrisas por lo que han logrado juntos, por los triunfos alcanzados, por sus recuerdos lindos y por aquellos recuerdos tristes que supieron superar, por cada alegría que comparten y por los 3 hijos que llenan sus vidas.
Ese Gran Hombre ama tanto a mi hermana que daría lo que fuera por ella sin pedir nada a cambio...
Ese Gran Hombre la quiere por lo que ella es, por su corazón y por lo que son cuando están juntos.
¡Aprendamos a ser uno de esos Grandes Hombres, para que vivamos el paso de los años de la mano de una Gran Mujer y nada ni nadie nos pueda vencer!
Hasta aquí el hermoso relato de lo que es y debe de ser realmente un GRAN HOMBRE que enfoca la medida de hombre no en relación a lo que tiene (tal como dinero, auto, casa, fama), o a lo que es (títulos académicos, maestrías, doctorados, lideres profesionales, líderes de iglesia); sino respecto a su actitud y trato que le da a su ESPOSA. Ahora permíteme unas palabras personales con relación a lo que hemos leído.
Esto me recuerda dos cosas, que debemos de tener presentes, primero lo que dijo el apóstol Pablo respecto al trato del hombre hacia su esposa, en la carta a los Efesios él escribió lo siguiente:
Efesios 5:25-28: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama".
Aquí se manda a amar a nuestras esposas, y la pregunta que emerge es la siguiente ¿y cómo debo de amar a mi esposa?... Pablo continua diciendo que se debe de amarlas cómo Cristo amó a Su iglesia, entregándose por ella... esto es hasta la muerte, porque fue tal el amor de Jesucristo que ese amor le impulsó a dar su vida por ella en la cruz ¿Sabes cómo se llama esto?... AMOR SACRIFICIAL (es un amor de entrega, amor de sacrificio, amor de servicio), AMOR INCONDICIONAL (amor sin pedir nada a cambio) ¿Amamos de esta manera a nuestras mujeres?
Hagamos algo más de exégesis. En el griego hay tres formas clásicas de expresar el verbo "amar": eros (amor egoísta, amor erótico), filos (amor cooperativo, en relación a amigos y hermanos carnales), stergos (amor debido, es el amor que se da por los sacrificios de otros a nosotros) y ágape (que es el amor sublime, que sólo proviene de Dios).
Este tipo de amor es uno que se basa en los beneficios para el objeto de su amor. No es egoísta, sino se concentra en el sacrificio personal para el beneficio y bien del otro. Así que, cuando Pablo emplea aquí el término "amar" está usando la palabra griega "αγαπαν" (agapao) que es un derivado de "ágape". Entonces lo que está demandando Dios a nosotros los hombres es que amemos a nuestras mujeres/esposas como sólo Dios puede amar, sacrificialmente.
Y agrega en el v. 28 que también las amemos como a nuestros propios cuerpos, porque si no te amas a ti mismo, ni cuidas tu cuerpo ¿Cómo vas a poder amar a los demás, menos a tu esposa?, en consecuencia, déjame decirte que si no amas de esa manera, estás no en condiciones de amar verdaderamente... ¡estás descalificado!. Me olvidaba, por si acaso el tiempo en que se describe la acción de amar es en Presente, lo que expresa una idea lineal o continua; esto es, nuestro amor hacia nuestras esposas debe de ser expresado constantemente; no es un amor de momento, no es el amor de alcoba, o un amor de epitelio, sino un amor continuo, que rebasa lo terrenal, y se enfoca en lo divino. ¿¡Que difícil no!? Pero no imposible si Dios lo pide es porque se puede hacer.
El segundo elemento, que me recuerda el relato, es lo que el apóstol Pedro escribe en su primera carta a todo hombre:
1 Pedro 3:7 "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo".
Dos cosas pide Dios de los hombres con relación a sus esposas: que vivamos de manera sabia con ellas, y que se le dé el honor que se merecen; esto es darles el respeto que merecen, la palabra usada aquí es "τιμην" (timé) significa dignidad, valor, honor, honra; así se le traduce en el griego, ... "tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, ..." NVI
Entonces, lo que quiere decir el apóstol es que vivamos sabiamente, de tal manera que demos a nuestras esposas la dignidad, el honor, el valor y el respeto que ellas se merecen.
Esto implica que no sólo como maridos valoremos y respetemos a nuestras mujeres en nuestra relación personal, sino que también las hagamos respetar delante de todos; especialmente cuando le falten el respeto, si es que se diera el caso; por ejemplo delante tus padres, de tus abuelos, de tus hermanos, aún de tus hijos... tu familia entera, tus compañeros de oficina, de universidad, (que horrible es que el esposo hable mal de su esposa, aún mas, cuando lo hace a sus espaldas, eso no es de varones), y aún cuando te encuentres delante de tus líderes, llamase pastores, maestros, jefes, etc.
¿Sabes por qué? porque a veces los pastores nos podemos equivocar, y por ende, extralimitarnos y escudándonos en nuestra condición de tales llegar faltar el respeto a las esposas de la congregación, y es en ese caso que el esposo está en la obligación -y el derecho le asiste- de hacerlas respetar por muy pastor que éste sea... ¡el título de pastor no nos da ningún derecho a ser irrespetuosos!. Conozco casos de pastores que tienen la costumbre de hacer eso en su congregación, y cuando el esposo les ha llamado la atención se han resentido, y de ofensores se han convertido en ofendidos propagando la noticia de que son ellos las víctimas de una ofensa, cuando son ellos los victimarios, se escudan en su posición, y no ofrecen las disculpas del caso. El pastor al contrario debe de ser hidalgo, y reconocer su falta, eso es de varones.
Hasta aquí el estudio y la aplicación, sin embargo, queda por hacer unas preguntas. Hombre ¿Cómo amas a tu esposa, la respetas y la haces respetar delante de quien sea? ¿Nuestro amor hacia ellas tiene los rasgos de ser un amor sacrificial e incondicional? ¿Podemos contestar afirmativamente?
Recuerda mujer, aprende a escoger esa GRAN HOMBRE que Dios tiene esperando para ti. No te guíes por las apariencias, no busques un Adonis, eso sólo hay en los libros de Corín Tellado, o en las telenovelas románticas, no busques un amor de telenovela, busca UN GRAN HOMBRE (ya conoces sus rasgos). No te dejes llevar por las apariencias. Busca un hombre que comparta tu fe - la fe que aprendiste en tu niñez, o quizás recientemente-, un hombre que comparta tus sueños, un hombre que te enseñe a amar a Dios, y que juntos con la ayuda de tu Señor puedan enfrentar los retos de la vida y educar a tus hijos en Su camino.... ¡para la GLORIA DE DIOS!
Recuerda varón, a un hombre no se le mide por lo que tiene o por lo que es, se le mide por el trato que le da a su esposa. Es decir para que recibas el título de GRAN HOMBRE debes de darle honor, respeto y dignidad a tu mujer.
Varones demos el honor y la dignidad que nuestras mujeres merecen -nuestros hijos están observando, demos ejemplo- hagamos respetar a nuestras esposas delante de quién sea, eso es amor, el Señor te lo demanda en su Palabra. ¡Que nuestro amor sea un amor SACRIFICIAL e INCONDICIONAL, aunque muramos en el intento!... uds. lo saben.
¡AMADOS VARONES... ESO ES HOMBRIA AL MAXIMO!
Esto me recuerda dos cosas, que debemos de tener presentes, primero lo que dijo el apóstol Pablo respecto al trato del hombre hacia su esposa, en la carta a los Efesios él escribió lo siguiente:
Efesios 5:25-28: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama".
Aquí se manda a amar a nuestras esposas, y la pregunta que emerge es la siguiente ¿y cómo debo de amar a mi esposa?... Pablo continua diciendo que se debe de amarlas cómo Cristo amó a Su iglesia, entregándose por ella... esto es hasta la muerte, porque fue tal el amor de Jesucristo que ese amor le impulsó a dar su vida por ella en la cruz ¿Sabes cómo se llama esto?... AMOR SACRIFICIAL (es un amor de entrega, amor de sacrificio, amor de servicio), AMOR INCONDICIONAL (amor sin pedir nada a cambio) ¿Amamos de esta manera a nuestras mujeres?
Hagamos algo más de exégesis. En el griego hay tres formas clásicas de expresar el verbo "amar": eros (amor egoísta, amor erótico), filos (amor cooperativo, en relación a amigos y hermanos carnales), stergos (amor debido, es el amor que se da por los sacrificios de otros a nosotros) y ágape (que es el amor sublime, que sólo proviene de Dios).
Este tipo de amor es uno que se basa en los beneficios para el objeto de su amor. No es egoísta, sino se concentra en el sacrificio personal para el beneficio y bien del otro. Así que, cuando Pablo emplea aquí el término "amar" está usando la palabra griega "αγαπαν" (agapao) que es un derivado de "ágape". Entonces lo que está demandando Dios a nosotros los hombres es que amemos a nuestras mujeres/esposas como sólo Dios puede amar, sacrificialmente.
Y agrega en el v. 28 que también las amemos como a nuestros propios cuerpos, porque si no te amas a ti mismo, ni cuidas tu cuerpo ¿Cómo vas a poder amar a los demás, menos a tu esposa?, en consecuencia, déjame decirte que si no amas de esa manera, estás no en condiciones de amar verdaderamente... ¡estás descalificado!. Me olvidaba, por si acaso el tiempo en que se describe la acción de amar es en Presente, lo que expresa una idea lineal o continua; esto es, nuestro amor hacia nuestras esposas debe de ser expresado constantemente; no es un amor de momento, no es el amor de alcoba, o un amor de epitelio, sino un amor continuo, que rebasa lo terrenal, y se enfoca en lo divino. ¿¡Que difícil no!? Pero no imposible si Dios lo pide es porque se puede hacer.
El segundo elemento, que me recuerda el relato, es lo que el apóstol Pedro escribe en su primera carta a todo hombre:
1 Pedro 3:7 "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo".
Dos cosas pide Dios de los hombres con relación a sus esposas: que vivamos de manera sabia con ellas, y que se le dé el honor que se merecen; esto es darles el respeto que merecen, la palabra usada aquí es "τιμην" (timé) significa dignidad, valor, honor, honra; así se le traduce en el griego, ... "tratando cada uno a su esposa con respeto, ya que como mujer es más delicada, ..." NVI
Entonces, lo que quiere decir el apóstol es que vivamos sabiamente, de tal manera que demos a nuestras esposas la dignidad, el honor, el valor y el respeto que ellas se merecen.
Esto implica que no sólo como maridos valoremos y respetemos a nuestras mujeres en nuestra relación personal, sino que también las hagamos respetar delante de todos; especialmente cuando le falten el respeto, si es que se diera el caso; por ejemplo delante tus padres, de tus abuelos, de tus hermanos, aún de tus hijos... tu familia entera, tus compañeros de oficina, de universidad, (que horrible es que el esposo hable mal de su esposa, aún mas, cuando lo hace a sus espaldas, eso no es de varones), y aún cuando te encuentres delante de tus líderes, llamase pastores, maestros, jefes, etc.
¿Sabes por qué? porque a veces los pastores nos podemos equivocar, y por ende, extralimitarnos y escudándonos en nuestra condición de tales llegar faltar el respeto a las esposas de la congregación, y es en ese caso que el esposo está en la obligación -y el derecho le asiste- de hacerlas respetar por muy pastor que éste sea... ¡el título de pastor no nos da ningún derecho a ser irrespetuosos!. Conozco casos de pastores que tienen la costumbre de hacer eso en su congregación, y cuando el esposo les ha llamado la atención se han resentido, y de ofensores se han convertido en ofendidos propagando la noticia de que son ellos las víctimas de una ofensa, cuando son ellos los victimarios, se escudan en su posición, y no ofrecen las disculpas del caso. El pastor al contrario debe de ser hidalgo, y reconocer su falta, eso es de varones.
Hasta aquí el estudio y la aplicación, sin embargo, queda por hacer unas preguntas. Hombre ¿Cómo amas a tu esposa, la respetas y la haces respetar delante de quien sea? ¿Nuestro amor hacia ellas tiene los rasgos de ser un amor sacrificial e incondicional? ¿Podemos contestar afirmativamente?
Recuerda mujer, aprende a escoger esa GRAN HOMBRE que Dios tiene esperando para ti. No te guíes por las apariencias, no busques un Adonis, eso sólo hay en los libros de Corín Tellado, o en las telenovelas románticas, no busques un amor de telenovela, busca UN GRAN HOMBRE (ya conoces sus rasgos). No te dejes llevar por las apariencias. Busca un hombre que comparta tu fe - la fe que aprendiste en tu niñez, o quizás recientemente-, un hombre que comparta tus sueños, un hombre que te enseñe a amar a Dios, y que juntos con la ayuda de tu Señor puedan enfrentar los retos de la vida y educar a tus hijos en Su camino.... ¡para la GLORIA DE DIOS!
Recuerda varón, a un hombre no se le mide por lo que tiene o por lo que es, se le mide por el trato que le da a su esposa. Es decir para que recibas el título de GRAN HOMBRE debes de darle honor, respeto y dignidad a tu mujer.
Varones demos el honor y la dignidad que nuestras mujeres merecen -nuestros hijos están observando, demos ejemplo- hagamos respetar a nuestras esposas delante de quién sea, eso es amor, el Señor te lo demanda en su Palabra. ¡Que nuestro amor sea un amor SACRIFICIAL e INCONDICIONAL, aunque muramos en el intento!... uds. lo saben.
¡AMADOS VARONES... ESO ES HOMBRIA AL MAXIMO!
No hay comentarios:
Publicar un comentario