¡Señor, qué cambio se opera en nosotros,
Al pasar tan sólo un rato en tu Presencia!
¡Cuánta carga se aligera en nuestros pechos!
¡Cuánta sequía se refresca con tu aliento!
Nos postramos, todo es débil y mezquino;
Nos alzamos, y al elevar nuestra mirada
Hallamos que las flaquezas se alejan,
Y nuestra alma brilla radiante y despejada.
¿Por qué entonces no somos poderosos?
¿Por qué el error camina con nosotros?
¡Ah! sí estamos angustiados y con temor,
Si en torno nuestro vaga el dolor;
Estos males huirán, si con dulzura
Le rogamos fervorosos al Señor
Que Su gozo, Su poder y Su valor,
Los derrame en nosotros con ternura.
¡Que Dios te bendiga en esta semana, y que te de fuerzas para que vueles como las águilas!
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