Martín Lutero nació en la ciudad de Eisleben (Alemania) un 10 de noviembre de 1483. HIjo primogénito de Hans y Margarita Lutero, pertenecía a una familia de condición muy humilde compuesta por otros seis hijos. La familia Lutero era muy pobre, de modo tal que tanto el padre como la madre trabajaban arduamente para mantener a tan numerosa familia.
Su padre, Hans Luther, fue un rudo minero que trabajaba en las minas de cobre; y su madre, Margarita Ziegler, se dedicaba a las labores domésticas, asumiendo tareas rudas, como transportar leña sobre sus espaldas desde el bosque.
Respecto a ésta situación, Martín con agudeza y sentido del humor decía lo siguiente: "Soy hijo de campesinos; mi padre, mi abuelo, y mi bisabuelo fueron verdaderos campesinos. Tenemos tanta razón para vanagloriarnos de nuestra ascendencia, como tiene el diablo para enorgullecerse de su linaje angelical".
A la par que los padres se interesaban por el desarrollo físico e intelectual de sus hijos, también lo hacían por el desarrollo espiritual. Cuando Martín tuvo uso de razón, su padre le enseñó a arrodillarse al lado de su cama, por las noches antes de acostarse, y rogaba a Dios que hiciese que el niño recordara el nombre su creador.
A los catorce años, su padre decidió enviarlo a una escuela franciscana en la ciudad de Magdeburgo. Martín trató de observar una vida piadosa y penitente en el afán de ganarse el perdón y el favor de Dios. En virtud que sus padres no le podían enviar dinero para su subsistencia tuvo que pedir limosna en las calles de la ciudad cantando de puerta en puerta por un año.
En el año 1498, enterados sus padres de lo que sucedía decidieron enviarlo a la ciudad de Einsenach, donde la madre de Martín tenía familiares a fin que continuara sus estudios en una escuela. Sin embargo, esos parientes no le prestaron ninguna ayuda, y la situación no mejoró para él, debiendo volver a pedir nuevamente limosna para poder comer. En esas circunstancias, conoce a Doña Ursula Cotta quien conmovida por su vida de devoción, la humildad con que recibía cualquier sobra de comida en su puerta, lo acoge en su hogar, y se convierte en su madre adoptiva. En esa familia empieza a observar un rápido progreso en sus estudios y formación.
Era sobrio y muy devoto rasgos que lo destacaban de los muchachos de su edad. Con relación a este hecho, en sus últimos días de vida, Doña Ursula decía que Dios había bendecido su hogar grandemente desde el día en que Lutero entró a su casa.
En el año 1501, a los dieciocho años, cursa estudios en la Universidad de Erfurt obteniendo después de tres años el grado de bachiller en Filosofía. A los 21 años lograr alcanzar el segundo grado académico, el de doctor en filosofía, recibiendo de parte de los estudiantes, profesores y autoridades un significativo homenaje.
Vale la pena mencionar, el hecho de que en sus tiempos libres los invertía visitando la biblioteca de la universidad. Con mucho fervor rogaba siempre a Dios que le prodigase su bendición en sus estudios. Él decía: "Orar bien es la mejor parte de los estudios". En cierta oportunidad, un compañero de estudios escribió lo siguiente: "Cada mañana él precede sus estudios con una visita a la iglesia y con una oración a Dios".
Vale la pena mencionar, el hecho de que en sus tiempos libres los invertía visitando la biblioteca de la universidad. Con mucho fervor rogaba siempre a Dios que le prodigase su bendición en sus estudios. Él decía: "Orar bien es la mejor parte de los estudios". En cierta oportunidad, un compañero de estudios escribió lo siguiente: "Cada mañana él precede sus estudios con una visita a la iglesia y con una oración a Dios".
En el año 1505, después de pasar por una serie de circunstancias que influyeron en su inclinación a la vida monástica, ingresa a la orden de los agustinos, dando su primera misa el 2 de mayo de ese mismo año, cuando sólo tenía 22 años de edad. Cabe señalar, que ésta decisión llenó de profunda tristeza a su padre al dejar la abogacía, y horrorizó a sus compañeros de la universidad, quienes con la esperanza que se retractará de dicha decisión le esperaron durante dos días en las puertas del monasterio.
Se dice que cuando visitó la biblioteca del monasterio y encontró la Biblia completa en latín, luego de leerla por un buen rato exclamó: "¡Oh, si la Providencia me diese un libro como éste, sólo para mí!". Durante los tres años que pasó en el monasterio Lutero pudo aprender griego y hebreo.
A los veinticinco años, Lutero fue enviado a dictar cátedra de filosofía en la Universidad de Wittenberg. A pesar de sus múltiples ocupaciones generadas por la enseñanza, supo dedicarse al estudio de las Escrituras, y después de un año de su llegada, obtuvo el título de Baccalaures Biblicus (Bachiller en Biblia). Uno de los más famosos profesores de Leipzig, dijo de Martín lo siguiente: "Este fraile avergonzará a todos los doctores, pregonará una doctrina nueva y reformará toda la iglesia, porque él se basa en la Palabra de Cristo. La Palabra que nadie en el mundo puede resistir, y nadie puede refutar, aun cuando se la ataque con todas las armas de la filosofía".
Debido a una disputa surgida entre siete conventos agustinos, y reconocido por su elocuencia y habilidad, es enviado en representación de su convento a Roma (1510) a fin de dirimir el asunto, regresando a Wittenberg muy contrariado por la corrupción existente en aquella ciudad.
Un día subiendo de rodillas "La escalera de Pilato" o "La santa escalera" a fin de ganarse las indulgencias adicionales que el jefe de la iglesia prometía por ese sacrificio, escuchó una voz de trueno que le decía: "El justo por la fe vivirá". Inmediatamente, se levantó y salió profundamente avergonzado.
A pedido e insistencia del vicario general es animado a obtener el título de Doctor en Teología, el cual le daría derecho de predicar, reconociendo tan enorme responsabilidad le dijo: "No es de poca importancia que el hombre hable en lugar de Dios... Ah, señor doctor, al pedirme que lo haga me quitaís la vida, no resistiré más de tres meses".
A pedido e insistencia del vicario general es animado a obtener el título de Doctor en Teología, el cual le daría derecho de predicar, reconociendo tan enorme responsabilidad le dijo: "No es de poca importancia que el hombre hable en lugar de Dios... Ah, señor doctor, al pedirme que lo haga me quitaís la vida, no resistiré más de tres meses".
El 18 de octubre de 1512 se gradúa como doctor en Teología. Con un renovado entusiasmo se dedicó a sus responsabilidades de profesor. Mientras enseñaba el libro de Romanos, la doctrina de la justificación por la fe cautivó nuevamente su atención. Cada día más gente asistía a sus conferncia, pues en ellas oían la palabra de Dios proclamada como nunca la habían oído.
Lutero no temía poner en tela de juicio las doctrinas de la iglesia, cuando veía que eran contrarias a la Palabra de Dios. Así la Biblia llegó a ser el centro de su predicación y de su enseñanza. Mas tarde enfatizó en cuanto a la Biblia: "Como el pasto para el rebaño y como el hogar para el hombre; como el nido para pájaro, como la leña para el gamo y como el arroyo para el pez, así es la Biblia para el alma fiel".
Lutero hizo que el pueblo considerase la verdadera religión, no como una simple profesión, o un sistema de doctrinas, sino como la vida misma en Dios. La oración no fue más un ejercicio sin sentido, sino una comunión con Dios, quien nos cuida con un amor infinito.
Inspirado en el estudio realizado de la Carta a los Romanos, por una experiencia muy personal con Dios en Roma y por las palabras de Agustín "lo que la ley pide, lo consigue la fe", Lutero concibe sus famosas 95 tesis, elaboradas en contra de la ineficacia de las indulgencias otorgadas por Roma. Lutero no atacó a la iglesia católica, mas bien salió en defensa del Papa contra los vendedores de indulgencias.
Las tesis decían: "El perdón viene por medio del arrepentimiento, y por los méritos de Cristo. Las indulgencias no pueden librar el alma del castigo del pecado". Este documento es clavado en la puerta de iglesia del Castillo de Wittenberg el 31 de octubre de 1517 con el propósito de sostener un debate público con relación a las propuestas planteadas en él.
Sin embargo, en agosto de 1518, es llamado por Roma para que responda a la acusación de herejía, para posteriormente ser conminado por la nunciatura de Ausburgo a retractarse de tales planteamientos. Sus compañeros le pedían que no salga de la ciudad le decían: "Te quemarán vivo". Lutero les respondió con resolución y valentía: "Si Dios sustenta la causa, la causa subsistirá".
El papa León X dio inicio a un juicio por herejía contra Lutero, siendo amenazado por el Papa con la bula Exurge para su excomunión (1520), sino se retractaba en un plazo de 60 días. Lutero respondió con el tratado La bula del Anticristo quemando públicamente la bula del Papa fuera del muro de la ciudad de Wittenberg, junto con un ejemplar del Corpus iuris canonici.
En el año 1521, en la ciudad de Worms, debía de presentarse ante el Emperador Carlos V, al delegado del Papa, 6 electores del imperio, 25 duques, 8 margraves, 30 cardenales y obispos, 7 embajadores, los diputados de 10 ciudades y un gran número de príncipes, condes y barones. Sabiendo que tenía que comparecer ante una de las importantes asambleas de ese tiempo, Lutero pasó la noche anterior en vigilia, postrado con el rostro en tierra, luchando con Dios llorando y suplicando.
Se afirma que al día siguiente, cuando Lutero atravesaba el umbral del recinto donde debería de comparecer ante la "Dieta de Worms", el veterano general Freudsburg puso la mano en su hombro y le dijo: "Pequeño monje, vas a enfrentarte a una batalla diferente, que ni yo ni ningún otro capitán jamás hemos experimentado, ni siquiera en nuestras más sangrientas conquistas. Sin embargo, si la causa es justa, y estás convencido de que lo es, avanza en nombre de Dios, y no temas nada, que Dios no te abandonará". Por supuesto, que él no sabía que Martín Lutero había ganado ya la batalla en oración y que solamente entraba para declarar que la había ganado.
Cuando el nuncio del Papa le pidió que se retractara ante la asamblea, él respondió: "Si no me refutáreis por el testimonio de las Escrituras o por argumentos -puesto no creo ni en los papas ni en los concilios, siendo evidente que muchas veces ya se engañaron y se contradijeron entre sí- mi conciencia tiene que acatar la Palabra de Dios. No puedo retractarme, ni me retractaré en nada, puesto que no es justo, ni seguro actuar contra la conciencia. Dios me ayude, Amén".
Al volver a su cuarto, Martín levantó las manos al cielo, y exclamó: ¡Si yo tuviese mil cabezas, soportaría que todas ellas fuesen cortadas antes que retractarme!. Al conocerse la osada respuesta la ciudad de Worms fue alborotada. Lutero fue declarado proscrito, y el edicto de excomunión entró inmediatemente en vigencia, siendo considerado un criminal, y al término de su salvoconducto tendría que ser entregado al emperador, todos sus libros deberían de ser incautados y quemados, además el hecho de ayudarlo de cualquier manera implicaba un crimen captal.
De regreso a Wittenberg es secuestrado por un grupo de gente enmascarada, y llevado al castillo de Wartburgo; quien estaba detrás de esto era el príncipe de Sajonia Federico III, el Prudente, el propósito era salvarlo de sus enemigos que planeaban asesinarlo antes de llegar a la ciudad.
En este refugio, Lutero se dedicó a la traducción del Nuevo Testamento al idioma alemán, obra que fue denominada la Biblia de Setiembre, sus conocimientos del hebreo, griego, latín y del alemán fueron vitales para la culminación de dicha obra. Esta obra fue completada con su traducción del Antiguo Testamento, cuando volvió a la ciudad de Wittenberg, a la cual llegó escapando de la fortaleza el 1 de mayo de 1522, a pesar de su promesa de no hacerlo.
El 1 de mayo de 1522, una vez que dejó los hábitos contrajo matrimonio (1525) con la ex monja Catalina de Bora, mujer veinte años menor que él, la cual le dio seis hijos. Sus últimos años los pasó padeciendo una enfermedad a la arteria coronaria, con un fuerte deseo de predicar como misionero, pero su precaria salud se lo impidió. En el año 1530, su más destacado colaborador Philipp Melanchton, redactó su profesión de fe conocida como la Confesión de Ausburgo que contenía 28 puntos de discrepancia con el catolicismo.
El 18 de febrero de 1546, en su ciudad natal Eisleben, Martín Lutero partió al encuentro con su Señor víctima de un ataque al corazón, dejando una huella indeleble en centenares de millones de almas, una hermosa cantidad de himnos para los cultos de la iglesia (como Castillo Fuerte es nuestro Dios) y obras que sentaron las bases de la lengua literaria en Alemania.
Las últimas palabras de Lutero fueron: "Voy a entregar mi espíritu". Luego alabó a Dios en voz alta: "¡Oh, mi Padre Celestial! Dios mío, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en quien creo, a quien prediqué y a quien confesé amé y alabé... Oh, mi querido Señor Jesucristo, a ti encomiendo mi pobre alma. ¡Oh, mi Padre Celestial! en breve tiempo tengo que abandonar este cuerpo, pero sé que permaneceré enternamente contigo y ¡que nadie podrá arrebatarme de tus manos!" .
Después de recitar tres veces Juan 3.16 dijo: "Padre, en tus manos entrego mi espíritu, pues Tú me rescataste, Dios fiel", acabando de decir esto, cerró los ojos y durmió.
ENSEÑANZAS PARA NUESTROS DIAS. Tratar de
enumerar los eventos de la vida de Martin Lutero que me causaron impacto en el
proceso de elaboración de este trabajo, es difícil. Circunstancias
como su vida devocional, su ferviente anhelo por conocer de la Palabra de Dios, su fortaleza
en momentos de prueba, su búsqueda de Dios, su niñez caracterizada por una
situación económica muy dura, entre tantos otros aspectos, tocan realmente las
fibras más íntimas de aquel que desea llegar a mantener una estrecha comunión
con Dios. Quizás, podríamos mencionar los siguientes:
- Destaca la dedicación del padre de Martín, quien no sólo buscó satisfacer las necesidades básicas de sus hijos, sino que también se preocupó por el desarrollo espiritual de ellos. Que importante fue el hecho de enseñarle a arrodillarse al lado de su cama todas por las noches antes de acostarse, desde que tenía uso de razón, rogando a Dios que hiciese de él un hombre que recordara siempre el nombre de su CREADOR.
Todo padre de familia, como sacerdote del hogar,
debería de inculcar a sus hijos -a tiempo y fuera de tiempo- la busqueda de Su
rostro y la reverencia que debe de tenerse al estar en Su Presencia. Los
pastores deberíamos de aprovechar los púlpitos para insistir en la enseñanza a
la grey de la importancia de aplicar en sus vidas lo que Dios ordena en Su
Palabra:
Deuteronomio 6:4-9: "Escucha,
oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es. Amarás al SEÑOR tu Dios
con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estas palabras
que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las
enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y
cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las
atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. Y las
escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas".
Pro
22:6: "Instruye al niño en su camino,
y aun cuando fuere viejo no se apartará de él".
- Los momentos difíciles que pasó durante sus primeros años de su vida, en los cuales tuvo que pedir limosna para su subsistencia diaria, alejado del hogar, no hicieron mella en su persona, sino más bien fueron la base para afrontar con valentía y tenacidad, la dura situación que se le presentó cuando fue perseguido por sus nuevos planteamientos. Lutero mismo consideraba que era la mano de Dios que todo el tiempo lo había dirigido y capacitado para su gran obra.
- En otra oportunidad una peste procedente del oriente en la ciudad de Wittenberg, que diezmó la mitad de la población de Alemania, no lo amedrentó ni le hizo huir a otras ciudades. Profesores y estudiantes que huían de la ciudad trataron de disuadirlo de quedarse pero no quiso aceptar sus recomendaciones respondiéndoles de la siguiente manera: "¿A dónde he de huir? Mi lugar está aquí, el deber no me permite ausentarme de mi puesto, hasta cuando Aquel que me envió a este lugar me llame. No es que yo no le tema a la muerte, sino que espero que El Señor me dé ánimo".
- Otra circunstancia de su vida que asombra, es la firmeza y valentía demostrada cuando comparése en la ciudad de Worms ante la asamblea de Worms la cual le conminaba a retractarse, diciéndoles: "No puedo retractarme, ni me retractaré de nada, puesto que no es justo, ni seguro actuar contra la conciencia. Dios me ayude, Amén". Cuando Lutero llegó a su habitación exclamó: "¡Consumado está! ¡Consumado está! ¡Si tuviese mil cabezas, soportaría que todas ellas fuesen cortadas antes que retractarme!
Es
admirable como este hombre -lejos de someterse a la injusticia de las autoridades
que querían imponer su errado criterio- demuestra valentía y coraje al
enfrentarse a las jerarquías que querían anteponer a la fuerza sus razones
equivocadas... sin caer él en sumisión y obsecuencia. A veces nos “sometemos” a
nuestras autoridades porque "así está escrito", aplicando una exégesis
equivocada, aun así no tengan la razón y no importando el error y la injusticia
que cometan.
- El secreto de su fortaleza y sabiduría no estaba centrado en su capacidad o inteligencia. Era el tiempo que se mantenía a solas con Dios en oración. Lutero mismo decía que si no pasaba dos horas orando por la mañana se exponía a que Satanás ganase la victoria sobre él durante ese día. Su esposa Catalina contaba que las oraciones de Lutero: "eran a veces como los pedidos insistentes de su hijito Hanschen, que confiaba en la bondad de su padre, otras veces, era como una lucha de un gigante en la angustia del combate".
Cuan
hermoso sería que toda la
Iglesia del Señor tomara en serio el ministerio de la
oración, así como lo asumió Martin Lutero cuya vida impactó sobre millones de
almas, siendo utilizado por Dios para cambiar al hombre que anhela al Dios vivo
y verdadero.
- Era tanto su apego y dedicación al estudio de las Escrituras que muchas veces se olvidaba de comer. Se cuenta que al escribir el comentario sobre el Salmo 23, estuvo tres días encerrado en su cuarto comiendo solamente pan y sal. Su esposa, obviamente preocupada, hizo abrir la puerta con un cerrajero encontrándolo escribiendo, sumergido en sus pensamientos y totalmente ajeno a lo que sucedía a su alrededor.
Es nuestro deseo
que la lectura de la vida de este gran hombre de Dios -que se opuso con
valentía al orden establecido por el hombre, sin obsecuencia ni servilismo,
sino con la seguridad que la verdad respaldada en la Palabra de Dios le
asistía- sea de bendición para tu vida. Amén!
Ps. Félix Jara
Sembrando Vida en la Familia
Ps. Félix Jara
Sembrando Vida en la Familia
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