Todavía recuerdo la escena vívidamente. Era una fragante noche de enero en San Juan, Puerto Rico, hace dieciocho años. Los ruidos nocturnos de la calle entraban por las ventanas abiertas de par en par de la habitación de mi hijito, Carlton, que se encontraba profundamente dormido.
No recuerdo cuánto tiempo permanecí allí sentado aquella noche, pensando en el tesoro que era este hijo para nosotros. Tantas veces antes que Carlton naciera había observado a otros padres cargando a sus hijos sobre los hombros o llevándolos de la mano, y había deseado que ese día llegara para mí. Ahora que tenía un hijo casi tres años, deseaba fervientemente ser un buen padre para él.
Carlton ni siquiera se movió cuando me senté al borde de su cama. Al inclinarme sobre su pequeño cuerpecito, pensé: Señor Jesús, tú nos mostraste cuánto te importaban estos pequeños cuando los tomaste en tus brazos y los bendijiste. Ahora yo deseo hacer lo mismo con mi hijo. Toma esta bendición y utilízala para tu gloria. Luego le puse suavemente la mano sobre la cabeza y le susurré al oído una bendición que había escuchado tantas veces en la iglesia, agregándole su nombre:
El Señor te bendiga, Carlton, y te guarde.
El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti,
y tenga de ti misericordia.
El Señor alce sobre ti Su rostro,
y ponga en ti paz.
En el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Aquella fue la primera noche en que di una bendición a mi hijo. Esta idea era nueva para mí en aquel momento, y no comprendía cabalmente de que se trataba. Pero luego de hablar con otro padre cristiano que bendecía a sus hijos cada noche, me convencí de que esta sencilla práctica podría transformar la vida de nuestros hijos.
UNA BENDICION PRENATAL
Luego de haber bendecido a Carlton aquella noche, mi esposa Mary y yo conversamos acerca de lo que había sucedido y estuvimos de acuerdo en comprometernos a realizar esta práctica todas las noches cuando lo acostáramos a dormir.
En ese tiempo a Mary le faltaban tres meses para dar a luz a nuestro segundo hijo. Mientras conversábamos, me di cuenta de algo. Aquella noche no habíamos terminado con nuestra tarea de bendición. Ya teníamos dos hijos ¿Porqué no comenzar a bendecirlos a ambos? Entonces extendí la mano, la puse sobre el vientre de Mary, y dije: "Señor, no tengo idea de qué es lo que tienes aquí para nosotros, pero te entrego este regalo". Luego, hablándole a aquel bebé que todavía no había nacido, con la mano sobre el vientre de Mary, le dije: "El Señor te bendiga, pecioso bebé, y te guarde...".
El 23 de abril de 1972, Lisa Faith Garborg entró a este mundo con "una sonrisa" en el rostro, y todavía no ha cesado de sonreír. Sin lugar a dudas, una de las razones de su gozo es que todos los días recibió una bendición de sus padres (tanto de sus padres terrenales como de su Padre celestial) aun antes de nacer.
Carlton y Lisa tienen ahora 21 y 18 años respectivamente, y sorprendentemente, ambos siguen telefoneando cada día a casa, no solamente para saber cómo están papá y mamá, sino también para recibir su bendición diaria (¡Pueden imaginarse cuán agradecido estoy de que sus universidades estén en nuestra localidad, para que no tengan que hacer llamadas de larga distancia!)
El deseo de mis hijos de continuar recibiendo nuestra bendición cada día, no es mas que un indicativo del impacto que dicha bendición ha producido en sus vidas. Tal vez nunca sepa cabalmente cuán grande ha sido este impacto. Pero hay algo que no se puede negar: La bendición familiar es mucho mas que un ritual a la hora de irse a dormir. Al analizar ahora el significado de la bendición desde el punto de vista bíblico, comenzaremos a descubrir porque se puede convertir en una parte tan significativa de la vida familiar diaria. (*)
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Para nosotros, como cuerpo pastoral de Sembrando Vida en la Familia, al respecto queremos hacer una breve reflexión. Es muy importante que nosotros, como padres, bendigamos cada día a nuestros hijos.
OJO, la bendición de la familia, debe de darla EL PADRE DE FAMILIA, no el pastor, más bien, es el pastor quien tiene la obligación de enseñar a los padres de la congregación, y desde el púlpito, a bendecir diariamente a sus hijos.
Lamentablemente es una práctica que no es común en las familias, creyentes y no creyentes, religiosas y no religiosas, quizás porque nuestros padres no lo hicieron con nosotros cuando niños -entonces no hemos tenido ejemplo- y también, valgan verdades, porque muy poco se enseña en nuestras iglesias.
¿Cuál es la razón? Creemos, que es porque los líderes espirituales -sean éstos pastores, maestros, laicos- están mas preocupados en planes de "reingeniería eclesial" (¡la tecnocracia entró a la iglesia del Señor!), afanados en el aumento de la grey (pero sólo en número mas no en el orden espiritual), ocupados en la búsqueda de nuevas corrientes de iglecrecimiento para tener una mega-iglesia, entre otras cosas.
Esta situación nos desvía del objetivo por el cual el Señor nos puso como pastores sobre Su grey: PASTOREAR A SUS OVEJAS. El problema es que hemos perdido la costumbre a oler a oveja. Nos hemos olvidado de cuidarlas, de llamarlas, de buscarlas, a velar por las familias que Dios ha puesto en nuestras manos. No tenemos CORAZON DE PASTOR.
Nos estamos despreocupando por levantar nuevas generaciones bendecidas, algunos hasta de sólo escuchar que se dice que debemos de conservar la bendición que Dios nos ha dado se incomodan y se enardecen ¿Qué acaso Dios no nos bendice?.
¿Nos olvidamos acaso que la palabra "bendición", y sus derivados, es mencionada 154 veces en la Biblia, muchas de ellas otorgada por Dios? ¿Nos olvidamos acaso que el primero en mencionar el término "bendición" es Dios mismo en el Génesis? ¿Qué no cabe la posibilidad que podemos elegir andar por caminos contrarios a la bendición que hasta Dios mismo tiene que advertir a su pueblo para que no lo haga en Deuteronomio 28?.
¿No está escrito en la Palabra de Dios? ¿Nos hemos olvidado acaso de ello, o no queremos reconocerlo? ¿mucho teologizar, pero poca práctica, todo quedó en la mente... y el corazón?.
Recordemos lo que dice el Señor, en el libro de Deuteronomio a su pueblo:
Deu 30:19 "A
los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os
he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición;
escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;..."
Otra razón que percibimos, es que nos estamos dedicando mucho a teologizar, y se quiere imponer criterios a la grey, sin antes escudriñar bien las Escrituras.
Lamentablemente, a veces la grey acepta a ojos cerrados la opinión del líder, olvidando que la única autoridad es la Palabra de Dios (estamos volviendo al medioevo, a la época del oscurantismo, en donde la interpretación válida y aceptada era sólo de una insitución.
¡Investiguen primero en la Palabra de Dios!. LA VERDAD ABSOLUTA ESTA EN LA BIBLIA Y NO EN EL HOMBRE!. Vale la pena
reconocer que en el hombre el error es inherente, hay que aceptarlo, lo demás es soberbia.
Por último, es importante mencionar que esta práctica asumida por el autor del libro tiene sustento bíblico. La cita se encuentra en el libro de Números, capítulo 6, cuando Dios mismo le ordena a Moisés que hable con Aarón y sus hijos y bendigan a los hijos de Israel:
Num 6:22-27: Entonces habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel. Les diréis:
"El SEÑOR te bendiga y te guarde;
el SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
el SEÑOR alce sobre ti su rostro, y te dé paz."
Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
¿Y a quien está ordenando Moíses aquí a que dé la bendción al pueblo? ¿No es a Aarón y a sus hijos, los sacerdotes que Dios mismo levantó para el pueblo? ¿Y quién actualmente es el sacerdorte del hogar? ¿No es el padre de la familia?.
Otra cosa, la palabra "bendición" en éstos versículos es mencionada tres veces, por DIOS MISMO, dando una orden a los sacerdotes para que bendigan a los hijos de Israel... con sus propios labios.
Así que, desde aquí a los padres de familia les animamos, a que como sacerdotes del hogar, asumamos el rol que nos compete y cumplamos no sólo con satisfacer las necesidades materiales de nuestros hijos; sino también cumplamos con las espirituales, a parte de instruirles en los caminos del Señor cumplamos con bendecir a nuestros hijos -no como un ritual, eso sí no es bueno-, así levantarán nuevas generaciones bendecidas... valga la redundancia.
La palabra "bendición" en éstos versículos es mencionada tres veces, por DIOS MISMO, dando una orden a los sacerdotes para que bendigan a los hijos de Israel... con sus propios labios.
Entonces, está práctica tiene base bíblica... sin rasgarse las vestiduras tampoco. Aquí la
dejamos... hasta otra oportunidad. Por si acaso, ¡¡esto también es HOMBRIA AL MAXIMO!.
Que el Dios de toda carne bendiga a toda familia.
(*) Este artículo ha sido tomado del libro LA BENDICION FAMILIAR, autor Rolf Garborg, publicado por la EDITORIAL BETANIA.
Publicado por Ps. Félix y Elizabeth Jara