Dwight Lyman Moody nació el 5 de
febrero de 1837 en Northfield, condado de Franklin, Massachusetts. Fue el sexto
de nueve hermanos en una familia de labradores cuya una condición era muy
humilde. Su vida de niño fue dura pues muy pronto vivió la ausencia de su padre
cuando esté falleció dejando a siete hijos y a su madre embarazada de dos
gemelos.
Los acreedores les embargaron sus pertenencias inclusive hasta de la leña que usaban para el frío. En tal situación su madre se constituyó en un ejemplo de perseverancia, fortaleza de amor a Dios para con todos sus hijos.Cuando tenía diecisiete años salió del hogar para vivir en Boston trabajando en la zapatería de un tío suyo.
Fue llevado a los pies de Jesucristo por el que fue después su maestro de Escuela Dominical, Eduardo Kimball, quien en obediencia a la voz de Dios, se le acercó y habló del amor de Jesucristo en un rincón de la zapatería.
Tan drástico fue el cambio que Dios operó en él, que empezó a tener un gran amor por los necesitados buscando a niños para la Escuela Dominical. Antes de finalizar el primer año de este esfuerzo el promedio de asistencia era de seiscientos alumnos divididos en ochenta clases pasando luego a mil, y hasta a veces, a mil quinientos.
Los acreedores les embargaron sus pertenencias inclusive hasta de la leña que usaban para el frío. En tal situación su madre se constituyó en un ejemplo de perseverancia, fortaleza de amor a Dios para con todos sus hijos.Cuando tenía diecisiete años salió del hogar para vivir en Boston trabajando en la zapatería de un tío suyo.
Fue llevado a los pies de Jesucristo por el que fue después su maestro de Escuela Dominical, Eduardo Kimball, quien en obediencia a la voz de Dios, se le acercó y habló del amor de Jesucristo en un rincón de la zapatería.
Tan drástico fue el cambio que Dios operó en él, que empezó a tener un gran amor por los necesitados buscando a niños para la Escuela Dominical. Antes de finalizar el primer año de este esfuerzo el promedio de asistencia era de seiscientos alumnos divididos en ochenta clases pasando luego a mil, y hasta a veces, a mil quinientos.
A los veinticuatro años, Moody abandonó
la meta que en un principio se había trazado, ser uno de los comerciantes más
prósperos de la época, decidiéndose entregarse
totalmente al servicio de Dios y dejando un buen empleo con un salario
fabuloso para la época.
Al empezar la Guerra Civil instaló una
carpa con el fin de realizar cultos para los soldados la cual luego se convirtió
en un templo. Para cuando finalizó la guerra Moody había celebrado mil
quinientos cultos habiendo derrochado una fortaleza y energía inconfundibles
pues estaba en todos los lugares animando, exhortando, orando y regocijándose
por la oportunidad que Dios le daba al trabajar y cosechar almas en medio de la
guerra.
Moody desarrollaba su obra ministerial
en la ciudad de Chicago. Pero en el año 1871 un pavoroso incendio que duró
cuatro días, asoló la ciudad, consumiendo inclusive el templo de Moody, el Farwell Hall. Tuvo que viajar a Nueva
York a fin de buscar recursos para financiar un templo provisional. Ahí tuvo
una experiencia que marcó un hito en su vida espiritual y en su ministerio: la
llenura del Espíritu Santo para su vida. El la había estado buscando cada día,
en todo tiempo, clamando a Dios por esta experiencia.
El templo provisional se construyó, y
un evidente avivamiento empezó en la ciudad de Chicago, habían cultos de día y de
noche durante algunos meses y con multitudes llegando a los pies de Jesucristo.
Moody fue invitado a predicar en muchas ciudades de Inglaterra, Irlanda y Escocia, inclusive en la universidades de Oxford y Cambridge, en donde miles de personas pasaban de muerte a vida. También estuvo en muchas ciudades de Estados Unidos, Canadá y México exponiendo el mensaje del Evangelio.
Moody fue invitado a predicar en muchas ciudades de Inglaterra, Irlanda y Escocia, inclusive en la universidades de Oxford y Cambridge, en donde miles de personas pasaban de muerte a vida. También estuvo en muchas ciudades de Estados Unidos, Canadá y México exponiendo el mensaje del Evangelio.
Moody estaba convencido de que los hombres de Dios que habían sido llamados a la predicación debían de estar preparados e instruidos por eso fundó tres escuelas, el Instituto Bíblico de Chicago, el Seminario Northfield y la Escuela de Monte Hermón.
En el amanecer del 22 de diciembre de
1899, a las seis de la mañana, Dwight Moody dejó esta tierra para estar por la
eternidad con su Señor.
ENSEÑANZAS PARA EL SIGLO XXI
Es
impresionante como un hombre puede
cambiar sus metas y planes que, en cierto modo pueden ser válidos, por la
convicción del llamado de Dios a una vida de servicio completo aun dejando
buenas perspectivas de lucro. Ese hombre fue Dwighy Moody que prácticamente
enterró sus más genuinas aspiraciones de fama y dinero para cumplir con el
llamado que Dios le había hecho.
Otro
aspecto importante en su vida fue definitivamente su vida de oración. Se cuenta
que Moody una hora antes de los cultos se escondía debajo de una escalera para
orar. En el libro que tuve la oportunidad de leer, al autor trata de explicar
el poder que había en Moody de esta manera: "...
Con todo, habiéndolo conocido íntimamente, quiero testificar que Moody era más
grande como intercesor que como predicador. Al enfrentar obstáculos
aparentemente invencibles, él sabía vencer todas las dificultades. Sabía, y
creía desde lo más profundo de su alma, que no había nada demasiadamente
difícil que Dios no pudiese hacer, y que la oración podía conseguir todo lo que
Dios pudiese realizar".
Realmente fue un hombre que fundamentó su vida en la oración, la comunión con
Dios y en el obrar del Espíritu Santo en su vida!.
Aquellos que hemos sido llamados al ministerio ¡Cuanto necesitamos dedicarnos a la oración y a la intercesión!, pero en una acción incesante y con humillación y desprovistos de toda soberbia, pues la Palabra dice que al hombre humilde Dios lo enaltecerá.
1Pe 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;...
Algunos de ellos no saben doblar rodillas delante del Señor, y han orado -por años- sentados o parados, y así les han enseñado a su cuerpo de pastores, al parecer les cuesta entender que para entrar al Trono de la Gracia hay que hacerlo con reverencia y humillación.... tu me entiendes. La iglesia debería de orar porque primeramente cambien de actitud.
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